Hay días fáciles. Días en que te levantas y parece que llevas energía dentro, sabes que vas a arrasar. Te levantas y antes que te des cuenta estás duchado, cambiado, cafeteado y cigarreado. Estás listo. Son días que contagias la fuerza, que te comes el jodido mundo con guarnición de patatas fritas y lo que te echen. Subes al coche, arrancas y te encanta como suena el motor. Pones la radio a todo volumen, mientras regulas retrovisores y te abrochas el cinturón. Buscas la CANCIÓN, esa con mayúsculas que te pone los pelos de punta y te prepara para todo. Esa que cantas a voz en grito cuando estás en el semáforo. Si hubiera alguna escala de motivación, marcarías un 12 sobre 10. Encuentras parking a la primera y te bajas del coche mientras la música resuena todavía en tu cabeza. Te buscas en un reflejo y te ves hasta guapo. No puedes evitar sonreir por fuera y por dentro. Y se lo enseñas a la gente con tu boca llena de dientes y el cigarro colgando mientras sigues cantando, más o menos alto, esa canción.
Hablas con la gente y les contagias tu alegría, están agusto a tu lado.
Mantienes el grado de motivación hasta que llegas a casa y te metes en la cama. "Guau vaya día" es el último pensamiento que tienes antes de quedarte dormido.
Y así es el 1% de los días de nuestra vida.
El 99% restante es saber llevar con más o menos maestría la careta. Esa careta que hace que los demás crean que estamos tan motivados como el día de esa sonrisa, y evitándole escuchar tus mierdas internas porque ellos no tienen la culpa de que seas como eres, y así consigues poner sonrisas en la cara de los demás. A fuerza de intentarlo, a fuerza de ponerse una máscara, se consigue. Incluso el día más perro se puede sonreír. Y siempre hay alguien ahí para devolverte una sonrisa. Y vas. coleccionando sonrisas y sonrisas. Y te puedo asegurar que no conozco aún a ningún coleccionista de sonrisas que esté triste, es el hobby más gratificante del mundo.
Venga va, hagamos un esfuerzo por hacer feliz a la gente que está al lado y hacer de este un mundo un poquito menos gris y cabrón, que si nos fijamos sólo en la mierda pues acabaremos siendo una mierda. Críticos sí, pero de los que quieren hacer que las cosas cambien. Y es mucho más fácil cambiar algo para bien cuando se sonríe. Y si no, pues ponte esa canción a todo volumen y prueba a mostrar la caja de dientes.
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