domingo, 20 de enero de 2013

Droga dura



La apatía es un monstruo que nos agarra de los pies y nos impide echar a correr. Te obliga a instalarte en una desidia constante de donde parece que nada te puede sacar. No se sabe exactamente por qué aparece y cuando te das cuenta ya es demasiado tarde, te ha cogido. Cada vez hablas menos, sonríes menos. De repente, en un proceso que autodenominas "redescubrimiento del fuero interno" empiezas a desaparecer. Lo llamas así para tapar tus vergüenzas. Somos los maestros de nuestra propia demagogia. Tenemos a pequeños políticos cabrones en el cerebro que nos mienten una vez tras otra. Y les seguimos votando.

La diferencia entre apatía y rutina es la nota de autocompasión. Hastiado, harto, cansado. Externalizas culpas, es siempre igual.  Te cargan, te irritan. Tu existencia parece una sucesión de acciones predeterminadas. Son acciones vacías. Nada te llena, nada te sirve. 

Primero haces como si nada. Aquí no ocurre nada. La culpa no es tuya, la culpa es de los demás, las circunstancias, este mundo que te rodea y que tan injusto te parece. Hablas de ti mismo, contigo mismo. Y tu voz interna parece estar enfadada, y no sabes con qué. En cualquier caso llevas razón, siempre la llevas.

Cuando te rodean miles de sonrisas y eres el único con la cara de cartón comienzas a pensar que quizás el problema sea tuyo. Pero eres cobarde y vas poniendo parches. Pones parches provisionales, parches que duran lo que el efecto de unas copas. Al día siguiente, más de lo mismo. Vives la auténtica inercia inerte.

"Estás mustio". Son las palabras que te vienen a la mente mientras te miras al espejo con cara de indiferencia, sin la careta. Quizá alguien se haya dado cuenta y trate de ayudarte. Pero esa es una batalla que se lucha a solas. Y el ruido de la batalla y del chocar de espadas solo existe en tu mente. Apatía versus tú mismo. Estás enganchado a la apatía.

Y detrás la soberbia empuja, susurrándote mierdas al oído, mierdas que tu ego, agigantado en el proceso de la apatía, adora escuchar. Mierdas que hacen que la apatía se convierta en tu estado natural, en tu forma de ver la vida. Apatía y soberbia son los dos aliados perfectos para convertirte en un indeseable. Y como no te des cuenta a tiempo, acabas solo. Bueno solo no. Tienes a tu ego. Disfrútalo.

La autocompasión se va con el tiempo, y acabas odiando y odiándote. La apatía es el camino más corto para sabotear tu propia felicidad. Así que si entras en apatía, pon a dieta al ego, quita esa puta cara de cartón y sal a correr (en sentido literal o figurado). Pero mueve el culo. Que la apatía es una droga que te consume y salir de ella sólo depende de que tú salgas de ti mismo. Además tienes un millón de cosas por hacer. Pero eso ya para otro día.

1 comentario:

  1. Muy bueno este post, escribes muy bien y lo mejor de todo es que tus palabras no son huecas sino que transmiten sentimientos.Mis felicitaciones..:D

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